Con la vuelta encima, San Juan FC se enfocó en lo único que podía hacer: preparar un partido perfecto. Remontar un 4-0 es casi misión imposible, pero en finales, la esperanza se sostiene en una idea: si haces un gol rápido, el partido cambia de energía.
La estrategia, cuando estás obligado, tiene un riesgo: te expones atrás. Entonces el equipo debe atacar con orden, no con desesperación. Porque si te clavan uno en contra, la serie se acaba por completo.
Y ahí aparece la diferencia entre equipo “valiente” y equipo “ansioso”. El valiente ataca con plan. El ansioso se parte. En estas noches, la historia se decide por detalles y por cabeza.
